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Vibraciones prohibidas: Spain is different & recatada

Por Javier Ferreirós

Hace tiempo que quiero comparar algún fenómeno sociopolítico con la imagen de fray Guillermo de Baskerville intentando apagar el incendio de la biblioteca de la abadía con un cubo de agua que se iba derramando. Imagen perfecta de la impotencia frente a una fuerza arrasadora. Pero creo que tampoco voy a poder utilizarla en el caso de la censura española en los años sesenta y setenta, ya que las viles mentecillas de los censores no se enfrentaban a una revolución incontenible, porque en España nunca hubo costumbre de derrocar gobiernos en la calle y, una vez más, el viejo murió en la cama.

Me imagino un Congreso de Censores Nacionalcatólicos, Chivatos y Tiquismiquis en General celebrado en una nave de un polígono industrial perdido en la Meseta; congreso patrocinado por Almidones “La Dolorosa”, cuando nadie patrocinaba nada (salvo el Estado a la Iglesia, como siempre). Pero la censura era una cosa muy distinta: cada uno trabajaba secretamente en su escondrijo, imagino que con una lupa en una mano y la polla en la otra. Aunque no nos engañemos: había de todo en el gremio de los censores, aportando más variedades de moho a un país cerrado, insalubre y pestilente. Desde anodinos profesores hasta viejos guardianes engalanados en el Desfile de la Victoria. Todo eso de “la banalidad del mal” pero con olor a cuesco choricero. Porque en España somos cutres hasta para ser nazis.

La mayoría de los jóvenes que escuchaba aquella música irreverente y extranjerizante ni siquiera sabía inglés; en principio sorprende que los censores vigilasen tanto las letras en ese idioma. Su celo, o su mala leche, o su “yo sólo cumplo con mi trabajo” les hacían levantar muros de contención contra las aguas tranquilas.

Podemos ver hasta el 10 de marzo una magnífica exposición sobre la censura en España durante los años sesenta y setenta en el CGAC de Santiago de Compostela, bajo el título de “Vibraciones prohibidas”; la exposición es fruto de la investigación de Xavier Valiño, publicada en forma de libro con el título Veneno en dosis camufladas, gloriosa metáfora con la que un censor se había referido a la música que escuchaba la juventud. Además de poder comparar las portadas originales con las ideadas por la censura en España (y hoy objeto de deseo de coleccionistas de todo el mundo), el visitante de la exposición dispone de una jukebox en la que puede escuchar algunas de las 4343 canciones vetadas en las radios españolas (en mi casa tengo de toda la vida el single de “American Pie”, de Don McLean, con el pitido tapando el verso “the Father, the Son, and the Holy Ghost”, pitido que en mi adolescencia creí experimento psicodélico).

La exposición está dividida en los diferentes motivos que llevaron a la censura de los discos expuestos. Comentaré- aunque algunos se comentan solos- algunos de los ejemplos que allí podemos ver, y no tan famosos como la portada del Sticky Fingers o los jadeos de “Je t´aime moi non plus”:

Por motivos morales (digamos erótico-sexuales):

La buena de Elkie Brooks, llegó, se quitó la gabardina y se despendoló. La censura hizo que el proceso fuese el contrario: “tápese, señorita, que en España sólo sacamos portadas decentes”.

elkie brooks

Tal como reza el disco de The Mamas & The Papas expuesto en el CGAC, “Si puedes creer a tus ojos y oídos”, pues sí, sacamos la taza del váter en la foto, pero en España, cuna de Josemi Rodríguez Sieiro, no podemos tolerar tal ordinariez.

mammas pappas

En el siguiente ejemplo tengo que reconocer que prefiero la portada pergeñada por la censura que la original: no me apetece verle las cachas a Keith Moon en su disco “Los dos lados de la Luna”, muchas gracias.

DSC01188

Por motivos religiosos:

Si salen unos yeyés en la vidriera de una Iglesia y por encima con el pecho al aire, esto puede convertirse en un contubernio. Así que en España tiraron de foto promocional para este disco de los Jellybread:

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Por motivos políticos:

Además de cambiar el título de “Cortez the Killer” por el de “Cortez Cortez” en el Zuma de Neil Young, y censurar “The Ballad of John and Yoko” de los Beatles porque menciona Gibraltar, obligaron a los Doctor Pop a cambiar el título de su éxito “Sofía” por el de “Lucía”, no se fuera a pensar la gente que la chica que se iba de fiesta en la canción era la princesa y futura jefa de Estado consorte:

Doctor Pop

Portadas que escaparon a la censura:

Aquí sí que voy a tirar de la portada más famosa de las que pasaron el filtro de los censores, la del Abraxas de Santana, porque el director de su discográfica recurrió, como podemos leer en el folleto de la exposición, a “ los múltiples desnudos en la pintura clásica y que se trataba de una pintura, no una fotografía, de un destacado artista plástico afroamericano.”

Santana-Abraxas-face-big

Portadas de discos (extrañamente, y debido a la incongruencia de los censores) más explícitas en España que en sus ediciones originales:

Hablando de afroamericanos, aquí tenemos la portada original de Pacific Gas & Electric Starring Charlie Allen:

charlie allen gas

Pues bien, en España la cambiaron por una foto (que no fotografié en el CGAC, se acabó la memoria de la tarjeta, y que no pude encontrar en la net) de unas chavalas de buen ver en cueros bailando en el fuego, y el disco se distribuyó, si entendí bien, bajo el título Dancing in the Fire. Tal vez el censor de turno no podía tolerar la imagen de un negro vestido de capataz, con capacidad de mando sobre todo el personal de una fábrica. ¿Y quién censura al censor? Supongo que nadie.

Discos españoles editados en el extranjero:

La hora de los valientes: discos grabados por artistas españoles en otros países y que pasaban la frontera de escaqueo, “con el riesgo que ello implicaba”, como leemos en el folleto. Uno dedicado al PSOE cuando el PSOE era subversivo y otro con una portada en la que salía el Gran Cabrón en persona y que no dejaba lugar a dudas del posicionamiento político de su autor:

salud psoe     manifiesto pedro faura

La verdad es que sorprende la candidez, al menos desde el presente,  del entramado censor, que pretendía por una parte abrirse y legitimarse ante el mundo occidental y mostrarse amable de cara a los turistas que traían dinero a los hoteles de Benidorm, y por otra perpetuar el paraíso (para ellos, aunque no creo que fuesen felices…) de castidad y Última Reserva Espiritual de Occidente que habían construido, por medio de la destrucción, los ganadores de la Guerra Civil. La Ley de Prensa de Fraga del año 1966, que supuso que se suavizase la censura en la susodicha prensa y en el cine, se cebó con la música pop y rock; tal ley era una nueva muestra de la increíble capacidad de adaptación de los grandes propietarios españoles, que son los mismos desde tiempos inmemoriales. Una capacidad de adaptación sólo igualada por las cucarachas y por Cher.

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